martes, 7 de febrero de 2012

Lo sabía. Sabía que lo conseguiría. Y al final, llegó. Porque todo llega. Como el viento al mar, siempre le vuelve a dar la brisa en su cara que cambia constantemente de color. De azul oscuro, a azul claro. ¡Pero que bonito! Como el recorrido de todo lo que hizo para conseguirlo. Y ahora que al fin sabe que es capaz de conseguir cualquier cosa, se siente bien. Porque sabe que no hay reto que se le resista. Ni noticia que no sepa combatir. Las heridas están cerradas, unas más que otras, pero se que cicatrizan bien. Mejor que antes. Fuerte. Radiante. Luchadora. Ganadora. Esa es la palabra, ganadora. De una batalla dentro de ella misma. De sus pensamientos y sus sentimientos. Y al final ganó. Como puede ganar cualquier cosa. Porque sabe que nada se le resiste. Sabe que ella puede con todo. Absolutamente todo. Menos con su corazón. Pero su corazón está con ella. Lo apoya, hasta el final. Hasta que ella decida no luchar más, pero eso no va a suceder nunca. Nunca.

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